PUEBLA HOY
POR FERNANDO HOYOS BRAVO
Si de verdad Adán Augusto López, hoy senador, nada tiene que ver con el “Comandante H”, líder de “La Barredora”, debería ponerse a disposición de la Fiscalía General de la República —o de la de Tabasco— para despejar cualquier duda.
Los mexicanos tenemos derecho a conocer la verdad.
Que este personaje no pretenda politizar un tema tan delicado para cubrirse a sí mismo antes que a su partido político.
Es indispensable que el legislador tabasqueño no convierta un asunto de justicia penal en bandera política.
No lo juzga el PAN: lo observa la opinión pública de México, cansada de tanta impunidad.
La amistad de Adán Augusto con Hernán Bermúdez —según se ha dicho— data de hace más de 30 años.
En 2019, cuando el hoy senador era gobernador de Tabasco, nombró al “Comandante H” —también apodado “El Abuelo”— secretario de Seguridad Pública del estado.
Incluso, ya como titular de la Secretaría de Gobernación, lo habría recomendado con el gobernador que lo sucedió en Tabasco.
La cloaca comenzó a destaparse en 2022 con las filtraciones de “Guacamaya Leaks”, tras el hackeo a servidores de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Ahí se apuntaban vínculos del “Comandante H” con el CJNG.
En ese momento, Adán Augusto ya era secretario de Gobernación y Andrés Manuel López Obrador presidía el país.
Nadie actuó en consecuencia.
Más tarde, la Sedena y el entonces nuevo gobernador, Javier May, confirmaron la orden de aprehensión contra el exsecretario de Seguridad Pública de Tabasco.
El crimen organizado no entra solo.
Avanza cuando hay omisión, complicidad o cobardía desde el poder.
La pudrición en Tabasco llegó durante el gobierno de Adán Augusto, y hoy debe responder.
Si estaba enterado del actuar de quien puso al frente de la seguridad, corresponde investigarlo por posible negligencia.
Destapada la cloaca, el hoy señalado como líder de “La Barredora” operó a sus anchas.
La violencia se desencadenó: desaparecidos, asesinados, secuestros y, en paralelo, extorsiones.
Ahí están los resultados.
Y asoma un delito aún más grave: la complicidad.
Todo apunta a que no se trató solo de mirar hacia otro lado.
La pregunta es: ¿por qué, en el caso Genaro García Luna, el propio Adán Augusto cuestionó “Ni modo que Felipe Calderón no supiera lo que hacía su secretario de Seguridad Pública”, pero ahora pide trato distinto?.
Reza el dicho: no escupas al cielo porque te cae en la cara.
Si Hernán Bermúdez habla y dice la verdad, Adán Augusto podría terminar en la cárcel.
Si calla, la autoridad dejará pasar otro caso de corrupción para que el tema no salpique a López Obrador, amigo —y casi hermano— del hoy senador morenista.
Y tendremos, otra vez, un expediente más de impunidad en México.
¡GRACIAS Y QUE VIVA MÉXICO, CABRONES!
